Es una lástima que no hayan sido los cánones de calidad los que hayan llevado al Ejecutivo a tomar la decisión de que el Ente Público no se debe financiar mediante publicidad. Hemos tenido que esperar a que la crisis económica llevará a los operadores privados a presionar al gobierno en busca de unas migajas más del pastel publicitario.
Los números no mienten: RTVE dejará libre un 20% de la actual facturación en este campo. Pero, ¿cuántos anuncios estarán dispuestos a soportar los telespectadores de las cadenas privadas?. En la actualidad, aunque la ley marca 12 minutos por hora como el límite de publicidad, los operadores privados llegan a los 17. Esto se debe a que las cadenas no consideran las autopromociones como parte de la publicidad. Algo, que por otra parte, poco importa al espectador que tiene que soportar interrupciones de casi veinte minutos por cada hora.
Sin duda, con menos espacios publicitarios los precios subirán, pero no lo harán el número de spots contratados que ya están al límite legal. Además, esta subida de precios será transitoria, ya que en menos de un año entrarán en liza una multitud de canales gracias al apagón analógico. El pastel ya no se repartirá entre 6 operadores, serán 30.
La buena noticia será que Televisión Española podrá centrarse en desarrollar productos de calidad sin depender de sus anunciantes. Esto no quiere decir que deba perder las audiencias de vista, sino que será la oportunidad para ampliar horizontes y dejar de dirigirse a un target determinado con programas innovadores y a los que podrá dar tiempo para evolucionar y alcanzar la madurez necesaria.
Otra buena noticia será que si al final entra en vigor esta nueva ley, Televisión Española contará con un repunte de un 1% de share debido a la gente que no hará zapping en sus pausas. Un dato que se puede ver incrementado con los desertores de otras cadenas que siempre tendrán en los canales del Ente Público un lugar donde acudir en las pausas de sus competidores.
¿Y qué importa el share sino se cobra por él? Importará más que nunca, o por lo menos debería ser así. Ahora, el juez de los productos no serán los anunciantes sino el propio espectador. No debemos pensar en la nueva televisión pública como un canal lleno de documentales y programas aburridos, sino como un laboratorio de creación televisiva que eleve el nivel televisivo de este país. Un referente para el resto de cadenas, primero dentro de nuestras fronteras, y con el tiempo y si las cosas se hacen bien, más allá de ellas.
Editorial de Raquel Córcoles y Erik López
No hay comentarios:
Publicar un comentario