miércoles, 20 de mayo de 2009

Don Mario

Esta semana cualquier persona que ame la poesía está de luto. Muchos somos los que hemos crecido leyendo a Don Mario, y muchos fuimos los que comenzamos a imaginar nuestras vidas con versos. Cualquiera que haya leído a Benedetti, sabe que no ve el mundo como el resto de las personas. No soy de los que piensa que la muerte de Benedetti le ha hecho eterno. Ya lo era. Soy del grupo de los egoístas. De los que siente que podía haber escrito mucho más, y así haberse hecho mucho más eterno dentro de mí. Sin embargo no es sobre Benedetti de quien voy a hablar. Sobretodo, porque acabaría presionando a todos los que no hayáis absorbido al máximo todo lo que el bueno de Don Mario nos ha dejado. Voy a hablar de lo afortunado que me siento gracias a este pequeño señor de tamaño, pero gigante de corazón.
Hace poco, publiqué una noticia acerca de un documental sobre la vida del poeta Antonio Gamoneda. Tengo que reconocer que lo mucho que he leído de este autor me parece de una calidad indiscutible, pero para mí eso es insignificante. Como no soy profeta, y de hipótesis se mueve el mundo, si el señor Gamoneda falleciera, dejaría un legado poético bastante importante, pero no dejaría lo más importante por lo que, creo, apareció la poesía: huella. Lo siento señor Gamoneda, pero ninguno de sus poemas me ha conmovido.
Toda esta crítica no es gratuita. No me he despertado con un odio irracional hacia el poeta leonés, sencillamente he leído la prensa. Mientras me sumergía en todas las despedidas a Don Mario por parte de los medios de comunicación, mis ojos se han clavado en un artículo del diario El Mundo. No hay mucho que recordar de esta información y no por como estuviera escrito, sino por la razón por la cuál lo estaba. Se resumía en que Gamoneda, a estas alturas se me han quitado las ganas de llamarle señor, afirmaba que Don Mario era un poeta menor y que su obra estaba fuera del pensamiento poético. La razón que alegaba era que usaba un lenguaje sencillo, fácil de entender. En este punto fue cuando me dí cuenta que soy un afortunado. Y como yo, todos los que hemos leído a Benedetti. No necesitó ganar ningún premio Cervantes, sabiendo que lo tiene el leonés lo veo menor, ni que compañeros poetas le reconocieran como un académico de las letras. El sólo pretendió conmover a la gente que le quiso leer. Porque no necesitabas estar en la RAE para poder entenderle, sencillamente tenías que abrir el corazón, y dejar que su huella se posara en él.

Columna de opinión elaborada por Samuel Calle

No hay comentarios:

Publicar un comentario