lunes, 20 de abril de 2009

Mon Montoya. El árbol del rescate.

Estos días se presenta en el Círculo de Bellas Artes la exposición retrospectiva de de Mon. Montoya, Árbol de rescate, que comprende una veintena de pinturas, dibujos y otros documentos pertenecientes a esta última década.
La exposición es de gusto expresionista y recopila esas obras que giran en esa esfera de cuadros de artistas que vivieron los cambios que el arte español experimentó entre los setenta y ochenta, incluyéndose en la línea de lo que se denomina pintura conceptual, pero con un fuerte componente autorreferencial, que se palpa en una concepción casi abstracta inundada de signos que cargan de un contenido psíquico el espacio del lienzo.

Mon. Montoya (Mérida, 1947) pero formado en Ciudad Real y Madrid, representó a España en la XIV Bienal de Sao Paulo (1978) y en la XI Bienal de París (1980). Desde su deriva hacia la abstracción a finales de los 80, parece haber un acuerdo entre críticos y artista en que la clave de lectura de las pinturas de Mon. Montoya se dirime en un ámbito lingüístico. Mazariegos habla de caligrafía líquida, de alfabeto pictórico, de códice, de fonética; por su parte, el propio Montoya insiste en términos como traducción, palabras plásticas y llega a hablar de algunos de sus trazos más figurativos como “vehículo esencial de significados”. Sus cuadros de los años setenta (época de las primeras exposiciones) están imbuidos en una constelación surrealista. En esa época sus lienzos están parasitados por personajes extraídos de un imaginario, figurativa y cromáticamente, muy próximo al de Miró, pintor del que recibe una fuerte impronta que, transformada, permanece todavía en su poética conceptual. Transcurrido tiempo esos personajes van disolviéndose en los lienzos para llegar a desaparecer en una transición hacia una abstracción por la que todavía deambula. Es desde esta abstracción desde la que se puede hablar de su pintura como caligrafía plástica.

Noticia redactada por Samuel Calle.

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