jueves, 16 de abril de 2009

La última escena de Clint Eastwood


En la pasada gala de los Oscar 2009 se presentó ante el gran público la última película de Clint Eastwood, Gran Torino. Esta superproducción estadounidense dirigida por el actor y director norteamericano ahonda en las raíces más profundas de Eastwood y muestra una reflexión del tipo de persona en que se podría haber convertido uno de sus más famosos personajes 'Harry el sucio'.

Walt Kowalski, protagonista de ‘Gran Torino’, es aquello en lo que Harry Callahan se podía haber convertido con el paso de los años. Retirado, de humor agraviado con los años de jubilación, chapado a la antigua y anclado a su sentido de la patria y sus recuerdos, que simboliza su Gran Torino del 72. Harry, o Walt, vive hoy entre vecinos de ojos rasgados y pandilleros. Pese a los achaques de la edad en él permanece intacto el sentido de la justicia. Los buenos siguen siendo los buenos y los malos, los malos. Por eso, cuando el Gran Torino o la seguridad de sus vecinos se ven en peligro no puede hacer otra cosa que volver a la acción.

En el mundo del cine muchos actores han caído en los tópicos culturales que la audiencia les acaba imponiendo. Clint Eastwood ha sido demarcado con la imagen de tipo duro. Sin embargo, de su trayectoria como intérprete a su recorrido como director, Eastwood se ha encargado de ofrecer nuevas lecturas en las que se le ubica más como figura que como actor. Aún así, no podemos olvidar que fue uno de los grandes protagonistas del spaghetti western.

El duro

La primera y posiblemente más grande de esas interpretaciones no tenía nombre y apenas respondía a algún apodo. Poncho, cigarro recortado, cinturón ladeado... Un jinete anónimo que disparaba primero, jugaba sucio, y respondía a una ley muy particular: la suya propia. Sergio Leone le hizo héroe al mercenario en ‘El bueno, el feo y el malo’ o ‘El hombre sin nombre’. En 1992 Eastwood comenzaría a cambiar su imagen levemente cuando se puso detrás de la cámara en ‘Sin perdón’. Si el Eastwood de Leone no tenía pasado alguno, el de ‘Sin perdón’ era todo pasado.

Pero no sólo de viejos pistoleros ha vivido Eastwood. Con ‘El sargento de hierro’, el director llevó su imagen de tipo duro hasta extremos insospechados.

El sensible

Durante los siguientes años Clint Eastwood ha desmentido en papeles posteriores su imagen más ruda dando salida a su vertiente más sensible. El máximo exponente en este sentido es Robert Kincaid en ‘Los puentes de Madison’. Una década atrás, Eastwood era un sargento dictatorial. Ahora, es un fotógrafo encantador que seduce a una rendida Meryl Streep.

El mito

Con ‘Gran Torino’ Clint Eastwood pone la guinda a una grandísima trayectoria que ha hecho vibrar de pasión a sus seguidores, de edad más avanzada, con el cine del oeste, y llorar a los nuevos espectadores del cine más moderno, dirigiendo películas como Million Dollar Baby. Por ello, por todo lo que ha dejado y ha enseñado al mundo del cine, Clint Eastwood se ha ganado por derecho propio la calificación de mito del cine.

Reportaje redactado por Ángel García Rubio

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